sábado, 15 de octubre de 2011

Número catorce

Hoy, después de mucho tiempo, respondí una de las preguntas que tenía inconclusa: si tuviera que elegir una canción para poner en mi funeral, sería "Gracias a la vida" de Violeta Parra.

jueves, 6 de octubre de 2011

Número trece

Da pena cuando tu esfuerzo parece irse a la mierda inevitablemente. O por lo menos así se siente cuando lo parece.

La gente como la mierda nos rodea. Hoy realmente pienso: mejor el acabose.

domingo, 2 de octubre de 2011

Número doce

En estos últimos días y tal vez semanas una semilla de algo que en realidad pocas veces -por no decir ninguna- ha estado en mí apareció: la desesperanza.

Desesperanza de todo, y en especial desesperanza en la gente. Eso de pensar que en realidad a la mayoría le interesa una gran mierda todo y que es poco y nada lo que puedo lograr, lo que puedo cambiar. Lo mejor -deseo a veces- sería que de verdad el 2012 fuera el acabose. Moriría la mala hierba. Morirían los egoístas, los codiciosos, los malos, los delincuentes, los estafadores, los crueles, los psicópatas, los sociópatas, los terroristas. Ya no habrían robos, ya no habrían asesinatos, ya no habría gente aprovechándose de otra. Simplemente dejarían de ser y serían parte de un todo y un nada a la vez que existió pero que ya no lo hace. Un algo que fue pero que nadie puede recordar porque no existiría quién para hacerlo. Sería tan simple.

Y me tiento a seguir deseándolo.

Sin embargo, mientras sigo ese camino, me encuentro con que no sólo lo malo acabaría: dejaría de existir la gente esforzada, los honrados, los buenos, los inocentes, los bondadosos, los caritativos, los sacrificados. Los que aman. Los que sienten. Los que creen que de verdad todo puede ser mejor.

Dejaría de existir el amor, eso que (según las malas lenguas) mueve el mundo. Dejaría de existir el mundo, con toda su belleza.

Desearía que la gente recuperara la esperanza, en parte porque eso haría que mi esperanza reapareciera. Pero supongo que es un círculo vicioso pensar por dónde tiene que empezar.

Si no tengo esperanza yo, ¿quién?
Si no creo que se pueden mejorar las cosas, ¿quién?
Si no creo que vale la pena, ¿quién?

Si todo acabara, sería tan simple. Tan cómodo. Tan flojo.
Tan indeseable...